Crimen atroz en Mar del Plata: un cadáver atado y carbonizado en Las Heras apunta a un ajuste de cuentas

El hallazgo de un cadáver carbonizado en un descampado del barrio Las Heras continúa envuelto en un halo de misterio. La víctima aún no fue identificada y se desconoce quién lo dejó allí, pero las pruebas indican que se trató de un crimen brutal y premeditado: lo ataron, lo golpearon hasta matarlo y luego lo incendiaron para borrar cualquier rastro.

Sin embargo, borrar huellas no resultó tan sencillo como podrían haber creído los asesinos. Según vecinos de la intersección de Rufino Inda y García Lorca, la noche del jueves escucharon un auto y vieron cómo se arrojaba un bulto para luego prenderlo fuego en el terreno baldío. Con esa escasa pero valiosa información, la fiscal Romina Díaz ordenó revisar horas de grabaciones de cámaras de seguridad de Mar del Plata para identificar un vehículo y seguir su recorrido antes y después del hecho.

El avanzado estado de carbonización del cuerpo dificulta la tarea de los investigadores: no tiene un rostro reconocible y, en las primeras 72 horas, nadie se presentó en la policía para aportar datos. Todo cambió el lunes, cuando —según consignó Diario La Capital— un grupo de personas acudió a la comisaría 16ª, en Camusso al 1500, para denunciar la desaparición de un hombre cuyo nombre ya circulaba entre los investigadores como posible víctima.

Incluso el sábado previo, tras la declaración de un testigo con identidad reservada, la policía había allanado sin éxito una vivienda en la que ese hombre se había mudado recientemente. Pese a ello, la fiscal Díaz sigue cada pista en busca de pruebas concluyentes.

Aunque la identidad coincide con las sospechas y se trataría de un hombre de unos 35 años, la confirmación oficial dependerá de las pericias que se realizarán en La Plata.

Por el momento, lo único cierto es que la víctima no murió por las llamas ni por ahorcamiento, pese a la soga hallada en su cuello. De acuerdo con el Cuerpo Médico Forense de la Policía Científica, presentaba un golpe contundente en la cabeza que le provocó un “traumatismo encéfalo craneano grave”.

Cuando fue encontrado, el hombre tenía las manos atadas a la espalda. La reconstrucción de los hechos es escalofriante: lo redujeron, le colocaron una soga al cuello, lo golpearon mortalmente, lo cargaron en un vehículo y, en la noche del jueves 7 de agosto, lo arrojaron en un descampado de Guerrico y García Lorca —a unos 100 metros de la vivienda más cercana—, donde lo prendieron fuego con ramas y basura para intensificar las llamas. Luego, huyeron en el auto.

La principal hipótesis apunta a un ajuste de cuentas, posiblemente vinculado a una venganza personal por una traición. Un crimen planificado con frialdad, del que aún restan responder muchas preguntas.

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