En un principio pensó que era un error, pero un familiar le advirtió que se trataba de un hackeo que también había afectado a otros clientes. El dinero fue transferido a una cuenta fantasma dentro del mismo banco y luego derivado al Banco Nación, según el damnificado.
Asegura que no recibió correos ni enlaces sospechosos y que la última operación que hizo fue cargar combustible horas antes del robo. Conoce casos aún más graves, con pérdidas de hasta $30 millones.
El cliente ya radicó la denuncia en la comisaría y en el banco, y advierte sobre la fragilidad del sistema: “Ya no es seguro tener plata en el banco; si no reconocen el problema, puede volver a pasar”.