Además, el organismo suspendió la revisión trimestral prevista para octubre-noviembre y confirmó que recién volverá a evaluar en profundidad la economía local en 2026. Esta modificación en el cronograma fue celebrada por el ministro de Economía, Luis Caputo, quien señaló que el nuevo marco “es más compatible con la evolución de la macro” y que “será bien recibido por los mercados”.
“El nuevo acuerdo es más favorable y debería facilitar el acceso al crédito internacional”, sostuvo Caputo en declaraciones al programa Carajo. A su vez, el Staff Report del FMI remarcó que la acumulación de reservas deberá acelerarse a partir de 2026 para alcanzar los objetivos originales del programa en 2027.
No obstante, el organismo advirtió que persisten “riesgos significativos” sobre la capacidad de pago de Argentina, y subrayó que parte de la mejora futura dependerá de ingresos por “privatización, venta de activos y concesiones”, así como del apoyo de acreedores oficiales. En ese sentido, puso el foco en el avance de reformas estructurales, entre ellas, el proceso de desestatización.
Durante el segundo trimestre, el Gobierno mantuvo una postura pasiva en el mercado cambiario, según reconoció el propio informe. Solo a partir del 23 de junio el Tesoro volvió a comprar divisas, operaciones que, según Caputo, sumarían unos US$1.500 millones aunque aún no están reflejadas en las estadísticas del BCRA.
El informe técnico también destacó señales positivas en la macroeconomía: una inflación en descenso, la estabilidad del tipo de cambio dentro de una banda amplia y la convergencia entre los tipos de cambio oficiales y paralelos. Además, el FMI señaló que “la actividad económica se mantiene, en general, resiliente, lo que contribuye a una mayor reducción de la pobreza”.
Con esta nueva hoja de ruta, el Gobierno gana tiempo y reduce presión sobre las reservas, pero la condicionalidad no desaparece: el FMI dejó claro que espera avances concretos en privatizaciones y disciplina fiscal.