“Lo que más se respira hoy es apatía”, arrancó diciendo. “Hay una falta de emoción, de entusiasmo, de compromiso, que se está viendo en todos lados. No es sólo un tema local, es global. Y tiene que ver con cómo se destruyó el discurso democrático y cómo se instaló la idea de que todo lo que tiene que ver con la política es sucio, inútil o culpable de todo”.
El autor, con tono reflexivo, pero sin evitar la ironía ni la indignación, sostuvo que la desmovilización social es consecuencia directa de una ofensiva sistemática contra la política, llevada adelante por los grandes grupos de poder. “Hoy cualquier persona que nunca se interesó por lo público se siente con derecho a opinar con agresividad. Se instaló que el culpable de todo es ‘la política’. La gente vota en contra de sí misma, y encima lo justifica. Estamos boxeados por todos lados”.
La batalla cultural y el poder real
Chiabrando puso especial énfasis en lo que considera el núcleo del problema actual: la conquista del sentido común por parte de sectores de derecha, a través de lo que llamó una “batalla cultural brutal y eficaz”.
“Hace apenas dos o tres años, decir que uno era de derecha era una vergüenza. Hoy, muchos se enorgullecen. Eso no fue casual. Se instaló un discurso en el que todo lo que huela a justicia social es ‘populismo’, ‘comunismo’, ‘casta’. Y lo peor es que muchos lo compran, incluso quienes sufren las consecuencias directas de ese modelo”.
En ese sentido, advirtió que el problema no es sólo político o económico, sino también semántico: “Nos arrebataron las palabras. Le dieron vuelta el significado a todo. Hoy ‘libertad’ significa ajuste, ‘cambio’ significa destrucción, ‘casta’ son todos menos los verdaderos privilegiados. Y la gente repite eso como un mantra, sin revisar lo que está diciendo”.
Cultura, Estado y mercado: el otro frente de batalla
Como escritor y músico, Chiabrando también dedicó parte de la entrevista a reflexionar sobre el presente del campo cultural, que definió como “bajo ataque sistemático”. Para él, el achicamiento del Estado y la concentración del mercado son responsables de una precarización profunda del trabajo artístico.
“Los artistas hoy trabajan gratis o incluso pagando para poder mostrar su obra. Los músicos pagan por grabar y por difundir. Los escritores bancan sus propios libros. No hay retorno económico ni simbólico. El Estado que antes compensaba en parte eso, hoy se retiró o está en otra sintonía”.
También apuntó contra el vaciamiento del mundo editorial y el debilitamiento del sistema de cine nacional. “Todo lo que no sea mercancía quedó arrinconado. Y la poesía, la literatura, el pensamiento crítico no tienen lugar en ese mundo. Por eso es tan grave la retirada del Estado”.
Respecto al rol del municipio de Mar del Plata, fue categórico: “El Estado local no acompaña. En la ciudad hay movimiento cultural, pero es a los ponchazos. La actividad económica está en baja, la inseguridad crece, y sin embargo el intendente gana elecciones con comodidad. El antiperonismo tiene una potencia estructural”.
El voto contra uno mismo y el poder de los slogans
Uno de los fragmentos más duros de la entrevista fue el análisis sobre el comportamiento electoral. “Hay gente que votó para perder el trabajo, para pagar más cara la comida, el alquiler o el combustible. Gente que votó para que su familia esté peor. Y ni siquiera lo reconoce. Es como si no hubiera conexión entre lo que se vota y lo que se sufre”.
Chiabrando sostuvo que esa lógica está anclada en una serie de slogans vacíos pero efectivos. “Cambiar, ser libre, ir contra la casta. ¿Qué significan realmente esas palabras? Nada. Pero funcionan. Son como rezos. La derecha es dueña del diccionario. Redefinió todo”.
Y agregó con crudeza: “Los gobiernos populares pierden elecciones por no querer pelearse con nadie. Temen que se enoje el campo, los medios, los empresarios. Estos tipos se pelean con todos, todos los días, y no pagan ningún costo. Algo estamos haciendo mal”.
“El peronismo existe, pero está en crisis”
Sobre el final, Chiabrando reflexionó sobre el lugar del peronismo en esta etapa histórica. “Existe. Sigue siendo una identidad con capacidad de contención, de resistencia. Pero está desdibujado. Se perdió el rumbo. Se apuesta demasiado a los liderazgos personales, a lo mesiánico. Hay que volver a construir sentido, organización, política de base”.
También criticó las autolimitaciones del campo nacional y popular. “Tuvimos gobiernos con mayoría y no pudimos revertir leyes claves como la de medios. No recuperamos herramientas fundamentales porque le tuvimos miedo al poder. Ellos no tienen ese problema”.
Un llamado a rearmar lo roto
Para cerrar, el escritor dejó una reflexión con tono esperanzador pero exigente. “El problema no es sólo de la política. Es de toda la sociedad. Hay que rearmar desde abajo, desde la cultura, la educación, la palabra. Si abandonamos los espacios, los ocupa otro. Y ese otro no siempre es mejor”.
Consciente de que la suya es una mirada crítica y quizás incómoda, Chiabrando insistió en que la única salida es volver a discutir ideas en serio. “No alcanza con indignarse. Hay que recuperar herramientas, organización y memoria. Porque si no, vamos a seguir votando contra nosotros mismos”.