“Los enemigos del pueblo”: El Peronismo Militante denunció a los monopolios formadores de precios

La Organización Peronismo Militante, emitió un Documento en el cual denuncia con nombres y cifras a los «monopolios saqueadores» y su incidencia en el hambre del pueblo y propone regresar a la función social de la propiedad privada establecida por la Constitución de 1949, como así también recrear el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) para proteger el consumo popular de alimentos.

«Esto no es un problema de buenos y malos, es un problema de intereses […] No hay que tenerle miedo a la palabra intereses. Los que nos quieren presentar todo como bueno y divino, es que nos quieren esconder que hay intereses».

Cristina Fernández de Kirchner; Estado, Poder y Sociedad, Universidad Nacional del Chaco Austral (2022).

EL EMPOBRECIMIENTO DURANTE EL MACRISMO Y LOS REPRESENTANTES DEL CAPITAL EN SU GOBIERNO:

Dice el Documento: El empobrecimiento de las condiciones materiales de vida del pueblo argentino es una realidad palpable desde el comienzo del gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2015. Los cuatro años de Cambiemos en la conducción del Ejecutivo nacional fueron parte de un plan sistemático de los grupos económicos para mejorar sus condiciones de producción y ganancia, finalizando así con el ciclo de 12 años de redistribución de la riqueza nacional en favor de los más postergados. Su gabinete se compuso enteramente por miembros de equipos económicos liberales anteriores (como Melconian o Sturzenegger, ex funcionarios del Ministro Cavallo) y representantes directos de los capitales nacionales y extranjeros. Por los primeros, algunos ejemplos son el Presidente del Fondo de Sustentabilidad, Luis Maria Blaquier (Ingenios Ledesma); el Secretario de Empleo, Miguel Punte (Techint); Natalia Zang (Farmacity) y Rosendo Grobocopatel (Los Grobo) en la Jefatura de Gabinete de Ministros, conducida por Marcos Peña Braun (La Anónima). En cuanto a las empresas trasnacionales: la Canciller, Susana Malcorra (IBM); el Ministro de Producción, Francisco Cabrera (HSBC); el Ministro de Hacienda y Presidente del BCRA, Adolfo Prat Gay (JP Morgan); y el Ministro de energía, José Aranguren (Shell).

La derrota de este proyecto entreguista en 2019 por parte del Frente de Todos significaba, para muchos sectores, el retorno a las condiciones materiales de vida previas al año 2015 que el propio Macri había prometido mejorar. Sin embargo, transcurrido más de la mitad del mandato del Presidente Alberto Fernández, empieza a verse que la estructura actual del Estado Nacional resulta ineficiente para avanzar sobre los atropellos

de los grupos económicos concentrados. En junio de 2022, el salario mínimo se encontraba en $45.000 mientras que la canasta básica total para una familia de cuatro integrantes trepaba a los $95.000, superando los dos salarios mínimos que puede juntar una familia. Con una escalada inflacionaria de más del 50% anual en alimentos, el consumo de carne por persona fue el más bajo en la historia de la Argentina moderna, solo comparado a lo que se consumía en 1920. Mientras que en 2021 se consumieron 47 kilos por persona, en plena crisis del 2001 ese consumo era de 62 kilos. “

CAIDA DEL SALARIO DESDE 2015:

“Por otro lado, Argentina es el único país de la región donde el salario mínimo cayó entre 2015 y 2021. Esta caída fue de más del 50%, de 546 dólares por mes a 220. Son 326 dólares (como mínimo) que antes iban a las manos de los 12 millones de trabajadores y ahora pertenecen a las ganancias de un pequeño conjunto de empresas: 3.900 millones de dólares por mes. Si se produce cada vez más y las exportaciones en dólares crecen año a año al mismo tiempo que nuestro bolsillo se encuentra cada vez más empobrecido y la asistencia social a los sectores desocupados no da abasto, ¿Quiénes se están llevando la plata? ¿A dónde va a parar el dinero de nuestros consumos diarios? ¿Es posible controlar a quienes producen los productos de primera necesidad?

LAS EMPRESAS QUE FIJAN LOS PRECIOS DE NUESTRA CANASTA BASICA:

En julio del año pasado, un documento de la CGT regional Oeste explicaba:

“…Siguiendo los datos anteriores se desprende que más del 40% de las exportaciones del sector granos, harinas y aceites están en manos de capitales norteamericanos (Cargil, ADM, Bunge y Dreyfus), el 17% en manos de la suiza Glencore (controlante de Oleaginosas Moreno y “socia” de Vicentín), y un 15% en manos de la estatal china COFCO (controlante de Nidera y Noble).

El abastecimiento en el mercado interno de un producto básico de la canasta familiar local, como el aceite de girasol, es controlado por 3 empresas, que concentran el 90,5% de la facturación y el 90,6% del volumen. AGD, con su marca Natura, Grupo Navilli, con su marca Cañuelas, y Molinos Rio de la Plata, de PerezCompanc, con sus marcas Cocinero y Lira.

Si miramos la harina de trigo, la empresa Cargill (EEUU) tiene siete plantas de molienda, seguida por Molinos Cañuelas del Grupo Navilli (Argentina), luego por Lagomarsino e Hijos (Argentina) y Los Grobo (Argentina). Estas cuatro empresas llegan a casi el 50% de la producción de harina y superan el 55% de la exportación de harina de trigo, en el que Argentina tiene el 73% del mercado latinoamericano.

En el caso de la comercialización en el mercado local de la harina de trigo, nuevamente Perez Companc (Blancaflor y Favorita) y Navilli (Pureza) concentran el 82,1% del mercado.

En el aprovisionamiento de fideos, Molinos Rio de la Plata tiene el 79,4%, controlando 7 marcas líderes: Mattarazzo, Luchetti, Canale, Don Vicente, Don Felipe, Favorita y Manera.

Existen una gran cantidad de molinos que procesan arroz. Sin embargo, el dominio lo ejerce claramente la empresa Adecoagro, dueña de la marca Molinos Ala. La otra empresa fuerte del sector es Molinos Río de la Plata, dueña de las marcas Gallo y Luchetti, que en este segmento tienen más de un tercio de la participación de ventas en el mercado interno.

Otro producto esencial, el azúcar de mesa, también está en manos de un puñado muy reducido de corporaciones, donde tres empresas concentran el 85% de la facturación y el 81% del volumen producido: Ingenio El Tabacal, de la multinacional norteamericana Seabord (Chango y Tabacal), el por ahora nacional Grupo Blaquier (Ledesma), aunque en varios emprendimientos aparece asociada a la multinacional Cargill y la local Valpafe (Domino, Madison, Santa Lucía) (y 8% marcas propias de supermercados).”

En esta misma línea, agregamos: Arcor, por su parte, posee Arcor, Aguila, BC, Criollitas, Hogareñas, Campagnola, Saladix, Salsati, Sonrisas y decenas de otras reconocidas marcas de golosinas y snacks. Además, se encuentra presente en la producción de lácteos (posee el 48% de la empresa Mastellone, líder en lácteos con su empresa La Serenísima) y cartón y papel (Cartocor). Durante la década de los 90’ avanzó en su proceso de internacionalización, convirtiéndose en una de las principales empresas de Sudamérica. En la actualidad posee, en alianza con Bimbo, plantas de producción en México y EEUU.

Por si no fuera poco, casi el 50% de las compras realizadas para el consumo directo por las y los argentinos se realizan en grandes cadenas de supermercados. Desde fines de los 80’ con la hiperinflación, el rubro de “almacén” o mercados barriales fue duramente castigado ante la imposibilidad de sostener precios accesibles para salarios en constante decrecimiento, y comenzaron a ser reemplazados por las cadenas de supermercados con mayores capacidades logísticas. En la década de los 90’, con el ingreso de capitales extranjeros, este sector fue en crecimiento, dando nacimiento a los conocidos Walmart, Carrefour y los nacionales Coto y La Anónima. A fines de 2020, estos hipermercados representaban el 15% de los supermercados totales de la Argentina, pero sus ventas equivalían a casi la mitad de las totales.

Es decir, tanto la producción de alimentos como su posterior logística y comercialización se encuentran en manos de reducidos grupos económicos trasnacionalizados que deciden, lisa y llanamente, qué, cuánto y a qué precio comemos las y los argentinos. ¿Quiénes son estas empresas? ¿Cómo se conformaron? ¿A qué intereses responden? ¿Qué estrategia debemos darnos como pueblo?

EL MODELO AGROEXPORTADOR:

Las empresas de alimentos tradicionales tienen, en la Argentina, un mismo punto de partida: el periodo conocido como modelo agroexportador, que recorre aproximadamente los cincuenta años transcurridos entre 1880 y 1930. Este ingreso del país al capitalismo y al mercado mundial como “granero del mundo” fue mucho menos idílico de lo que la historia oficial ha hecho creer. Y pudo instaurarse solamente gracias al exterminio del gaucho como clase, que permitió transformar las tierras y los animales de todos en propiedad privada; y a los sobrevivientes del exterminio indio y gaucho en mano de obra barata. Mientras el capitalismo avanzaba surgió, necesariamente, un pequeño grupo local que administraba la política y la economía nacional y tenía, como recompensa por endeudar y regalar el país a los capitales extranjeros, una cuantiosa suma de dinero que le permitía imitar el estilo de vida europeo. A través de sus empresas y sus instituciones (como la Sociedad Rural), establecerían su dominio económico y político de tal manera que, una vez agotado el modelo agroexportador debido a las sucesivas crisis económicas mundiales, lograrían reconvertirse y acomodarse a la nueva etapa.

Molinos Río de la Plata y Ledesma representan, aunque de forma distinta, este mismo modelo de acumulación y sometimiento.

MOLINOS RIO DE LA PLATA:

La empresa Molinos Río de la Plata es parte del oligopolio de alimentos básicos de la canasta familiar. Aparece en nuestra vida diaria a través de Lucchetti, Matarazzo, Granja del Sol, Gallo, Chocoarroz, Terrabusi, Don Vicente, Don Felipe, Favorita, Canale, Exquisita, Preferido, Vitina, Arlistán, Cocinero, Lira, Minerva, Cruz de Malta, Nobleza Gaucha, Blancaflor y La Salteña. Inicia sus actividades en 1902, creada por el grupo trasnacional Bunge & Born que, ya dominando la materia prima, buscaba iniciar su industrialización. Las etapas de crecimiento de la empresa son bien marcadas: aprovechando la crisis mundial de 1929, diversos grupos locales comienzan a agregar valor a los productos del suelo pampeano, teniendo la ventaja aquellos que -como esta empresa-, contaban con mayores capacidades de invertir en tecnología. Se crean los productos de aceite, yerba, vitina y premezcla. A partir de 1970 comenzarán a concentrar otras marcas pertenecientes a grupos locales menores, como Matarazzo y Granja del Sol. Es a finales de los 90’ cuando la historia de esta empresa se junta con la historia de la oligarquía argentina: en 1999 Molinos Río de la Plata es adquirida por el grupo Perez Companc. La familia Perez Companc inició su crecimiento como terratenientes y

criadores de ganado ovino en la Patagonia a principios de siglo. Para fines de los 80, ya controlaba la logística del negocio a través de su propia naviera y poseía inversiones en el negocio forestal, petrolero, bancario (Banco Río de la Plata) y hasta de energía nuclear.

Posteriormente adquieren otros negocios, como la bodega Nieto Senetiner.

LEDESMA:

Ledesma, por su parte, cuenta con el objetivo monopolio de la caña de azúcar, desde donde tiene una presencia preponderante en el azúcar, papel, cuadernos, alcohol, bioetanol y otros tipos de energía. Además, cuenta con 3.000 hectáreas de plantaciones de cítricos y más de 50.000 hectáreas dedicadas a la cría de ganado y la cosecha de granos.

Fundada por la tradicional familia Blaquier, representante de la oligarquía norteña de nuestro país, pudo constituirse junto a Ingenios Tabacal (propiedad de la Familia Patrón Costas y la trasnacional Seabord) en monopolio gracias a dos hechos puntuales de la reciente historia argentina. En 1966, con el objetivo de profundizar la concentración y transnacionalización de un nuevo tipo de economía -el modelo agroindustrial-, el dictador Onganía clausura a través de un decreto ley la gran mayoría de ingenios tucumanos. Como resultado de esto, 11 de los 14 ingenios existentes en la provincia (como Bella Vista, La Trinidad y Santa Lucía) fueron intervenidos y cerrados. Como resultado de esta política, se perdieron 50.000 puestos de trabajo provocando la migración de 200.000 tucumanos, un cuarto de la población existente en la provincia hasta ese momento. Sin embargo, la producción de caña de azúcar no cayó: el plan de Onganía tenía como último objetivo la redistribución de la producción en favor de las familias tradicionales de la zona, entre las que se encontraban también los Nogues y los Prat Gay (abuelo de Adolfo Prat Gay, ministro de finanzas del macrismo). La situación de la clase obrera tucumana luego de estos sucesos era paupérrima, por lo que las protestas no tardaron en revivir. Otra vez fue el poder militar el que ayudaría a la familia Blaquier: entre el 20 y el 27 de julio de 1976, en lo que se conoce como la “Noche de los Apagones”, la dictadura cívico-militar detuvo a cientos de manifestantes políticos (muchos de los cuales tenían conflictos con la empresa) en la localidad de General San Martín, Jujuy. Para esto contó con la ayuda de la familia Blaquier, que otorgó vehículos y galpones de la empresa al Ejército donde retener a los secuestrados. 55 de aquellos detenidos todavía siguen desaparecidos, entre ellos el intendente de la localidad y casi la totalidad de los delegados de FOTIA. Por su parte, su transnacionalización llegó en el año 2020, cuando la multinacional Cargill, una de las mayores exportadoras de granos del mundo, adquirió el 30% de la empresa.

Como se ve, estas empresas no solo especulan con el hambre del pueblo. Nacieron y se desarrollaron gracias la explotación y represión de este. Como verdaderos empleados de las empresas multinacionales, su crecimiento es en Argentina y gracias a las y los argentinos, pero los frutos de nuestro trabajo se fugan directamente hacia los centros de la economía mundial dejando poblaciones cada vez más empobrecidas. Mientras quieren convencernos de que su beneficio es el beneficio de todos, los momentos de mayor concentración de la producción para estos monopolios (y, por lo tanto, de mayor crecimiento) coinciden con las peores crisis económicas sufridas por los trabajadores, que ven empobrecidos sus salarios, y por los pequeños y medianos empresarios que son conducidos a la quiebra y absorbidos por estos grupos económicos. Están en contra de la intervención del Estado, pero han hecho uso de este para su propio beneficio personal a costa de perjudicar a las mayorías.

LA ORGANIZACIÓN POPULAR:

El boicot popular es la herramienta que ha encontrado nuestro pueblo para manifestar su disconformidad ante semejante atropello por parte de las multinacionales y la falta de respuesta estatal a sus demandas. Sin embargo, creemos que la “insatisfacción democrática” planteada por Cristina tiene tanto que ver con la incapacidad de las medidas de gobierno como con el desconocimiento sobre las causas de los problemas que nos afectan.

Debemos discutir de una vez los fundamentos mismos de nuestra economía, que permite que unos pocos se desarrollen y amasen inmensas fortunas mientras las mayorías son directamente excluidas del mercado laboral.

Sabemos que se puede hacer porque ya se hizo. Fue el peronismo, en la proscripta Constitución de 1949, el que planteó la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica (Artículo 38): “La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común”. También fue el peronismo el que, siguiendo este principio con decisión política y organización popular, llevó adelante durante nueve años el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) poniendo en manos del Estado el comercio de los productos de la Pampa Húmeda y protegiendo así a los consumidores y a los pequeños productores frente a los atropellos de los latifundistas agroexportadores.

Mientras el eje organizador de la vida en nuestro país y en el mundo sigan siendo los monopolios, no existe posibilidad de desarrollo alguno para el ser humano. Solo con una organización popular consciente de que tiene que tomar las riendas de su propio destino, sin concesión alguna a los saqueadores, podremos finalmente ser capaces de vivir dignamente.

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