Camino inició su exposición detallando que las instituciones conveniadas con la Dirección de Hogares de la provincia tienen como función alojar a niños bajo medidas de abrigo y, posteriormente, bajo guardas institucionales, cuando no es posible revertir las situaciones familiares que motivaron su separación del hogar de origen. Explicó, además, que el Sistema de Protección Integral regula la intervención de todos los organismos que trabajan en la niñez.
En ese marco, señaló que los Servicios Locales intervienen ante denuncias o presentaciones privadas cuando un niño tiene algún derecho vulnerado, trabajando para revertir esa situación. Remarcó que el alojamiento institucional es siempre una medida excepcional, tomada solo cuando se agotan todas las alternativas familiares: “Lo último que uno quiere es sacar a un niño de su grupo familiar”.
Para ello, existe un legajo digital llamado REUNA (Registro Estadístico Unificado de Niños y Adolescentes), que registra todas las actuaciones: “Todos podemos mirar dentro de ese sistema la historicidad del caso, qué acciones se tomaron y qué documentación existe”. Si no se encuentra un familiar que pueda hacerse cargo del niño, los Servicios Locales solicitan vacantes mediante este sistema, y son los Servicios Zonales quienes determinan el hogar adecuado, intentando no apartar al niño de su centro de vida, aunque admitió que esto es cada vez más difícil debido a la crisis en los dispositivos y a la complejidad creciente de los casos.
Camino explicó que, una vez alojado, los Servicios Locales acompañan el proceso durante 180 días, tiempo en el que se busca revertir las condiciones familiares. Si esto no sucede, el Tribunal de Familia evalúa el caso y puede otorgar una guarda institucional o incluso declarar la adoptabilidad. “Hay un control de legalidad permanente”, subrayó.
Consultada por el funcionamiento interno de las instituciones, aclaró que los Servicios Locales no tienen supervisión directa sobre ellas, ya que esa responsabilidad recae en los organismos provinciales que mantienen los convenios. Indicó que, pese a no tener injerencia directa sobre las comisiones directivas, sí están ocupándose de la situación actual y manteniendo comunicación con los organismos correspondientes.
También diferenció los roles dentro de los hogares: las comisiones directivas se ocupan del sostenimiento económico y administrativo, mientras que los equipos técnicos —psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales— se encargan de la vida cotidiana de los niños, el seguimiento de su bienestar y la articulación con tribunales y organismos de niñez. Comparó esa dinámica con una escuela: “Una cooperadora no interviene dentro de un aula”.
Al ser consultada por un caso puntual, Camino señaló que no tiene información específica sobre el tratamiento del niño involucrado, aunque indicó que la institución cuenta con profesionales y que todos los organismos están interviniendo y en comunicación permanente. También pidió prudencia por la sensibilidad del proceso y la necesidad de resguardar la intimidad de los menores.
En otro tramo de la entrevista, reflexionó sobre las experiencias de los niños institucionalizados: “Hay de todo. Hay chicos que recuerdan a sus cuidadoras con muchísimo afecto y otros que lo viven de forma traumática”. Recordó casos en los que los vínculos formados dentro del hogar se mantuvieron en el tiempo y otros donde las dificultades previas y el trauma marcaron el proceso.
Asimismo, describió la complejidad del trabajo dentro de los hogares, donde muchas veces los equipos deben intervenir ante conflictos entre los propios niños. Remarcó que cualquier situación relevante debe informarse y documentarse, como sucede en cualquier institución educativa o de salud.
Finalmente, Camino abordó el contexto social actual: “Hoy estamos con un nivel de atención bastante escandaloso, con números preocupantes de denuncias, conflictividades entre adultos, negligencias y consumos”. Aseguró que la problemática no es exclusiva de las instituciones sino que forma parte de un escenario generalizado. Cerró señalando que los equipos técnicos deben ser extremadamente cuidadosos al decidir una medida de abrigo, porque “nadie quiere sacar a un niño de su casa”, pero muchas familias “están en el fondo de las grietas”.
