Además de las actividades habituales desarrolladas en las distintas sedes, se organizaron eventos abiertos al público y propuestas especialmente diseñadas para las familias que forman parte del programa. Entre las iniciativas destacadas se promovieron intercambios entre sedes, que permitieron acercar a chicos y chicas de diferentes barrios.
“Estas actividades lúdicas fueron clave para que los chicos pudieran conocerse más y generar vínculos más cercanos entre ellos”, destacó Fara Cunqueiro, coordinadora del programa.
La participación del Club en la Fiesta Nacional del Postre fue una de las primeras actividades del receso. Allí, niños y niñas formaron parte de una cocina en vivo junto a la nutricionista Anahí Erreguerena, compartiendo un espacio educativo y divertido.Otro momento destacado fue la visita al Museo Fangio, donde no solo recorrieron las instalaciones sino que también disfrutaron de una merienda. Desde el programa agradecieron la calidez y predisposición del equipo del museo.La agenda continuó con una función a sala llena en el Teatro Municipal, donde se presentó una obra realizada íntegramente por el equipo del programa, lo que generó una gran respuesta emocional entre las familias. También disfrutaron de una salida al cine en la Casa del Bicentenario, donde compartieron la película Sing 2.“El eje central de todas las propuestas fue trabajar la idea de que cada niño tiene un talento único, y que esos talentos se potencian cuando se comparten y se valoran en comunidad”, remarcó Cunqueiro.Para cerrar, la coordinadora valoró la participación y el compromiso de las familias: “Nos emociona ver cómo las familias del club —e incluso aquellas que se acercan por primera vez— no solo se suman, sino que agradecen ser parte de propuestas que ponen a los más chicos en el centro”.