El miércoles 30 de julio, Bronzovich comunicó formalmente las nuevas directrices a directores de Estaciones Experimentales y Centros Regionales, marcando el inicio de una etapa con eje en la eficiencia administrativa, la centralización de recursos y una significativa reducción del gasto público.
Una nueva estructura con poder concentrado
Bronzovich estuvo acompañado en la presentación por Guadalupe Covernton, Claudio Winograd —quien asumirá como nuevo administrador general— y Pilu Giraudo, quien dejará el equipo para asumir la presidencia del SENASA. Todos ellos tienen vínculos con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), organización privada de perfil tecnológico que gana influencia en el nuevo esquema.
Según lo expuesto, aún resta la aprobación final de la nueva estructura por parte del Ministerio de Economía y la Secretaría de Desregulación. Sin embargo, el plan ya se puso en marcha: se solicitarán datos detallados sobre áreas, proyectos de investigación, recursos humanos, tierras, convenios, comodatos, contratos de alquiler y uso de edificios en todo el país.
Medidas ya adoptadas
Entre las medidas más relevantes dispuestas por la nueva gestión se destacan:
- Presentismo obligatorio para todo el personal.
- Cierre de 41 agencias de extensión rural (AERs) y de la Estación Experimental AMBA, con reubicación del personal en áreas consideradas de mayor impacto territorial.
- Eliminación de los teléfonos corporativos: cada agente deberá utilizar su línea personal.
- Avance hacia una política de “alquileres cero” para eliminar gastos en inmuebles.
- Revisión de edificios prestados y contratos de uso.
- Remate de 600 vehículos en desuso y reorganización del uso de automóviles mediante sistemas de “pool”.
- Centralización del sistema de compras y pagos, que ahora dependerá de una única unidad administrativa.
- Revisión y unificación de los criterios de gestión de las cooperadoras de las experimentales.
Además, se anunció que las experimentales ya no manejarán directamente el presupuesto. En cambio, deberán presentar formularios de necesidades y prioridades, siendo la seguridad y limpieza los únicos rubros asegurados. El resto de los gastos deberán ser canalizados a través de cooperadoras o la Fundación ArgenINTA.
Un ajuste de gran magnitud
Uno de los puntos más sensibles de la reestructuración es la reducción del personal. El Ministerio de Economía impulsa un recorte de 1.500 puestos sobre los 6.000 actuales, lo que equivale a un 25% de la planta. Ya se comunicó que no habrá prórrogas de contrataciones y que el plan de retiros voluntarios se habilitará entre el 10 y el 15 de agosto, enfocado en áreas “no prioritarias”.
Además, todos los traslados de personal —tanto internos como externos— y nuevas designaciones deberán ser autorizados por el Ministerio de Desregulación.
Revisión del rol institucional
Pese a que en la campaña presidencial se prometió “revalorizar el rol del INTA”, el foco de la actual conducción está puesto en el ajuste estructural y administrativo. Bronzovich fue claro: “Primero ordenamos lo administrativo, luego nos enfocamos en la cartera programática”.
En ese sentido, se anunció que el Consejo Técnico, integrado por representantes del gobierno y del sector agropecuario, será el encargado de definir los programas y tecnologías a desarrollar. También se revisará el Plan de Mediano Plazo mediante talleres internos con personal técnico y directores regionales.
Se propuso además avanzar en la cooperación con grupos CREA y fomentar una mayor vinculación con el sector privado a través de empresas de base tecnológica. Tanto Intea como la Fundación ArgenINTA deberán convertirse en plataformas para facilitar esta articulación.
Extensión e investigación en revisión
Aunque la extensión rural no desaparecerá, sí será objeto de revisión. Se evalúa la posibilidad de desarrollar agencias virtuales como alternativa a la gran cantidad de oficinas físicas. También se revisarán las líneas de trabajo en investigación.
Las unidades conjuntas con el CONICET seguirán vigentes y se buscará potenciarlas, aunque dentro de un modelo más flexible y con fuerte impronta empresarial.
Un panorama incierto
Bronzovich reconoció que el presupuesto aprobado es menor al solicitado y que, aunque se pidió un refuerzo, aún no fue confirmado. Garantizó que “llegarán los fondos para cubrir los servicios básicos”, aunque la preocupación por el funcionamiento operativo del organismo persiste.
En este nuevo escenario, el INTA enfrenta una transformación profunda, con un modelo de gestión que prioriza la austeridad, la centralización y una redefinición del rol técnico-científico del organismo en el desarrollo agropecuario del país.