Habla Cristina: Queda la sensación de que todo terminó

(Por Horacio Ciriaco) – Reunidos en el Partido Justicialista de Balcarce al momento en que habla Cristina, tras el anuncio de su detención:  El partido es un espacio desolado, tanto como el ánimo de los que se convocaron para intentar el encuentro que permita imaginar -tan siquiera- una organización de la resistencia ante tanto oprobio consumado.

Pero ha pasado mucho tiempo, y si la medición del tiempo son los años, muchos años de abandono sistemático del lugar… y de esa fibra elemental y básica con que se nutre la política, que habita en el corazón y la pasión de todo militante político. Militancia y local, sede, en idénticas condiciones, pero el primero podrá permanecer mientras que los segundos han visto perder la vida, las pequeñas esperanzas que se estructuraron en la creencia de que todos los derechos se conseguían yendo a votar cada tanto, y que con sólo eso alcanzaba para adquirir el estatus de país normal, civilizado, creciendo al influjo de las democracias europeas. 

Nuestra oligarquía se viste de seda, y usa los mejores trapos de la civilización imperial, pero es sólo eso, una riquísima oligarquía, dependiente de las otras, de las centrales, de las de verdad. Ésta, la nuestra, puede ser cruel, atroz, capaz de las acciones más taimadas y deplorables y siempre agazapada. Saben que somos sus enemigos y lo saben porque ellos mismos nos han elegido y atribuido ese papel en esta comedia trágica. Nosotros nos enteramos cuando nos encarcelan o nos suspenden.

Habla Cristina y produce la sensación de que todo terminó. Una primera fila de observadores parados, frente a un televisor que funciona en base a datos, no hay internet en la sede, y esto lleva a que por momentos se produjera algún desfasaje técnico, y la imagen se borroneara, pixelara, como dicen los pibes ahora, pero lo que predominaba era la sensación de que estamos aquí, porque nos hemos auto convocado, pero el destino es muy incierto. Entonces, en la cara de desconcierto de algunos se dibuja un gran interrogante ….. ¿y ahora?.  Otros, quizá con más experiencia política, no se lo percibe, quizá haya un consuelo:  el saber que el peronismo en muy poderoso en la resistencia, al tiempo que, acompañando de cortesía, con un sentir honrado de peronistas. Y otros más jóvenes desolados. Queda la sensación de que todo terminó.

Alguno de los muchachos más locuaces, increpó al conjunto, como si los presentes tuvieran alguna posibilidad de evitar lo que ya es un hecho:  La detención de Cristina. Nos han dejado sin candidata, para la tercera, es decir sin candidata para el país. Y ahora es tiempo de organizar la resistencia. Enfatiza, con un acento que en mucho se parece a la angustia y la impotencia.

Otra profunda incógnita se dibujó en el rostro transparente de las pibas más jóvenes, los pibes que son pocos en realidad, intentan, poner cara de eso yo entiendo. Qué hacemos, aventuró a interrogar al conjunto un hombre que, por las canas, debía tener la respuesta a su propia pregunta. Pero no la respondió. Debe haber evaluado que el silencio es más prudente. 

Éste lugar, es, o fue:  de referencia, de citas, de encuentros permanentes; y sobretodo, el lugar de   impronta, como identidad de un colectivo, que tiene detrás de sí, los símbolos que representan historias de luchas, de resistencias, de encuentros y desencuentros:  ámbito por donde pulularon personalidades, personajes, hombres y mujeres de bien y de los otros. Donde se debieran juntar aquellos que piensan más o menos parecido. Por pertenencia. También porque en la medida que se comparten experiencias consensuadas, la ideología comienza a ceder su lugar preponderante, para dar paso a la comprensión de las razones del otro. Dicho más sencillamente, con el andar del carro se acomodan los zapallos.

El estado de abandono de la sede partidaria, no deja dudas que se corresponde con el estado de anomia los miembros del partido. Su conducción política ha entrado en un cono de sombras, de comportamientos que son ajenos e impropios de peronistas. Se ha perdido hace tiempo el astrolabio que supo conducir los destinos, no solo de la cuestión partidaria sino del país en su conjunto, sin dejar de recordar que la voz recorrió territorios americanos y de otras latitudes, en las que se discutía nuestro fenómeno con la misma pasión de los pueblos que construyen sus destinos. Sin embargo, un polvo gris de olvido y mutaciones permanentes nos adormece.   

Habla Cristina al borde de perder su libertad, producto de una causa judicial amañada por los intereses más aborrecibles, que intentan consolidar en nuestra hermosa Patria un abominable lugar de libertinaje económico, de extranjerización de los recursos más preciados, y el más caótico proceso de enajenación del estado de bienestar argentino.

Habla Cristina, desde un balcón improvisado. Como si el mismísimo suelo se abriera y un abismo nos tragara. Habla Cristina, la mujer heroica, que no ha sido eterna por el capricho del destino que se empeñó en hacer que un arma no funcionara.  

Si bien sus palabras contienen la misma intensidad de deseos de paz, y de solución política a la injusticia que soporta desde hace mucho tiempo, y si es que el tiempo se mide en años, son muchos los años que se ha dejado todo al azar …..  es no comprender que si la oligarquía tiene un arma en sus manos, la usa irremediablemente. Las armas en manos de la oligarquía siempre son letales, aunque no en manos de un sicario improvisado e inconexo con ella misma. La oligarquía sabe que cuando median los servicios, para todo servicio, siempre hay inconvenientes de solvencia, y toda la acción se carga de errores estúpidos.

Por ello, es que en su momento las mejores armas fueron los generales, brigadieres y almirantes, sumado a algún cura de la alta aristocracia eclesial, y el objeto a defender siempre, inexorablemente siempre, son los Bancos, que es donde tienen sus dineros a mejor resguardo; mientras que el segundo objeto a preservar es la tenencia de la tierra, aunque hoy por hoy nadie se atreva a pensar siquiera su discusión. 

Habla Cristina, desde una resignación con potencia discursiva, en decir siempre más o menos lo mismo, en ocasiones absolutamente diferentes, pero concatenadas. Las puertas del calabozo están abiertas, en su domicilio o en un penal, pero abiertas, y ellas la alejan de la actividad principal de su vida, la política, el elegir y ser elegida. Cuando las puertas se cierran, las dificultades de agigantan. 

Habla Cristina, y hace que la fantasía popular se esmere, espera dichos y sobre los lanzados, los interpreta los amasa,  soba para el gluten haga el milagro de juntar a todos.  Por supuesto que hay algunos más osados, recrean la posible tercera presidencia al momento en que se abren las puertas de su presión. Los goznes chirrían no por el óxido, sino por el peso que representa, a quién le impedirán el paso.

 Habla Cristina, y denuncia las nuevas armas con que se ha artillado la oligarquía, todos ellos de rigurosos sacos y corbatas; verdugos, implacables e impecables, incapaces de asumir la violencia de un hacha que se eleva y cae dando un golpe seco para que la cabeza ruede.

Cristina habla y no alienta la masa que la sigue a realizar empresas heroicas. Temerarias. Quizá porque sabe que, de todas maneras, no las llevarían a cabo, porque más allá de los cánticos, no hay acción posible, porque la organización de una resistencia, supera en mucho la cultura del emoji.  ¿Cómo han aprendido a “hacer política”? …  si por toda respuesta a tanta injusticia, no solo la detención de la líder, sino el estado de postración que está padeciendo el pueblo en su inmensa mayoría. Es: qué quilombo se va armar, una amenaza infantil, propia de los berrinches lejanos a los escenarios de pelea de verdad. 

Habla Cristina desde su balcón improvisado, pero habla. Son días aciagos, porque la pobreza se ha enseñoreado de la superficie, y cuando esta sale del fondo es porque la cloaca de la existencia se rebalsó. Habla, porque el escenario es eminentemente político, y la palabra y la política son inescindibles. Habla, pero no ordena, habla, pero no organiza, habla, pero no induce a la acción. La palabra política inductora de la palabra acción. 

Quizá, y solo quizá, sepa o recuerde de sucesos similares, que, ante un gobierno amenazado por la misma oligarquía se produjo la salida de Perón al Balcón de la Casa Rosada:  El 31 de agosto fue un día frío y nublado. El acto comenzó a las 17:00 con un discurso del titular de la CGT, Hugo di Pietro, seguido de la cabeza de la Rama Femenina del partido, Delia Parodi. A las 18:30 Perón salió al balcón. Si bien todos esperaban que Perón se retractase de su propuesta, no previeron el tenor violento del discurso:   “He querido llegar hasta este balcón, ya para nosotros tan memorable, para dirigirles la palabra en un momento de la vida política, y de mi vida, tan trascendental y tan importante, porque quiero en viva voz llegar al corazón de cada uno de los argentinos que me escuchan. (...) Hace poco tiempo esta Plaza de Mayo ha sido testigo de una infamia más de los enemigos del pueblo. Doscientos inocentes han pagado con su vida la satisfacción de esa infamia”.

Cuando Perón habla de la infamia se refiere al cobarde e incalificable hecho de que las fuerzas armadas del Estado argentino masacraron a más de trescientos argentinos de a pie, que ese día, como todos los días habían salido a hacer sus tareas, o simplemente a pasear y conocer el lugar de los grandes episodios de la Patria. Así seguramente les habría dicho la maestra a los alumnos de una escuela primaria de Santiago de Estero que visitaban Buenos Aires por primera vez. Sin saber, ni siquiera imaginar, que ellos mismos protagonizarían con su propia vida una jornada de infamia nunca vista.  Infamia. Todavía nuestra inmensa paciencia …y nuestra extraordinaria tolerancia, hicieron que no solamente silenciáramos tan tremenda afrenta al pueblo y a la nacionalidad, sino que nos mordiéramos y tomáramos una actitud pacífica y tranquila frente a esa infamia. Esos doscientos cadáveres destrozados fueron un holocausto más que el pueblo ofreció a la patria. Pero esperábamos ser comprendidos, aun por los traidores, ofreciendo nuestro perdón a esa traición. Pero se ha visto que hay gente que ni aún reconoce los gestos y la grandeza de los demás.

Muchas veces se ha dicho, un poco por ingenuidad y otro poco por desconocimiento, que Perón fue tolerante. Quizá los tolerantes fueran los miles de militantes que no tomaron la posta del mandato y la orden:   “ La contestación para nosotros es bien clara: ¡no quieren la pacificación que les hemos ofrecido! De esto surge una conclusión bien clara: quedan solamente dos caminos, para el gobierno una represión ajustada a los procedimientos subversivos, y para el pueblo una acción y una lucha que condigan con la violencia a que quieren llevarlo. Por eso, yo contesto a esta presencia popular con las mismas palabras del 45: ¡a la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor!

Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Y desde ya establecemos como una conducta permanente para nuestro Movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas o en contra de la Ley o de la Constitución, ¡puede ser muerto por cualquier argentino! “

Traer este texto a la actualidad, puede resultar casi un desatino, ante la blandura de boca de los caballos que desfilan en la arena de la política electoral. Sin embargo, no ha de estar de más recordar que los muertos siempre son los nuestros, que los torturados siempre serán aquellos que imaginen que un mundo mejor y más justo es posible. Entonces suenan como cañonazos las palabras de Juan Perón:  “ La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización ¡es contestar a una acción violenta con otra más violenta! ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos! “

Salvo alguna escaramuza aislada, ese día y los subsiguientes, no pasó gran cosa. Por lo menos no hay registro que documente tales acciones. Por lo tanto y ante la pasividad de los peronistas, orgánicos o no, mucha capacidad de maniobra no le quedaba al Presidente. Días después, el levantamiento fue definitivo y las persecuciones incesantes. Los fusilamientos y toda clase de razias se pusieron en marcha.

Habla Cristina, y una gran cantidad de militantes, activistas, se dan cita, en derredor de su casa. Saben, tienen conciencia de que hay que acompañar; que a pesar de que las instancias judiciales se han agotado en la Argentina, queda el recurso de las instancias internacionales. Lugar al que ya han llegado los enviados de Cristina y del movimiento en general. Si fuera cierto este asunto de la Constitución, al aceptar esos pactos, el Estado argentino estaría obligado a su cumplimiento. Hay razonable duda de que ello efectivamente ocurra, y tampoco se sabe a ciencia cierta, cuál es el castigo por el incumplimiento. Extraños días de encerronas políticas, extraños momentos en los que todo parece que termina. Pero siempre hay una esperanza que motiva a militar.

Habla Cristina, y el mundo argentino se para. Es como si la voz del oráculo pronunciara las palabras mágicas que todos quieren escuchar. Las que anuncian la victoria definitiva. Una voz popular indicaba esta mañana en la puerta, vereda, calle de Cristina:    “ cuando lleguemos al poder- en clara alusión al gobierno-  debemos cambiar esta Corte, lograr que los jubilados mejoren sus ingresos, que los más necesitados alcancen los niveles de vida perdidos desde el 2015; pero para eso debemos pujar para que Cristina esté libre y la podamos elegir.”

Lejos han quedado los alambres de fardo que reclamaba Perón hace 70 años, y nuevamente nos debatimos entre la libertad de un líder  -lideresa en este caso-  y el futuro de los argentinos del llano, que quieren paz, pan y trabajo. Las encerronas son las mismas, el pueblo es distinto a aquel;   éste se ha deshilachado, y de ser una soga gruesa como un cabo de buque, pasó a ser un soporte muy liviano.

Habla Cristina y uno tiene la obligación de preguntarse el porqué de tanto odio, como también porqué inventamos estas alquimias que llevaron a estos mamarrachos al gobierno. Aquel peronismo tocó varios resortes económicos, por lo que el odio a Perón de alguna manera se justificó; pero el kirchnerismo muy pocos cayos pisó. Fue condescendiente y respetuoso de cosas, sin haberlo debido ser.

Todo indica que el camino es largo, y que sin consensos generales la cosa no sale por lo electoral, sino es por el camino de la dependencia del imperio y la oligarquía.

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