Identificados como “cogolleros”, los maleantes se meten en los patios de las casas y sustraen ejemplares de Cannabis sativa y, de acuerdo a lo manifestado por los damnificados, actúan en parejas. Primero hacen un reconocimiento de la zona y así identificar en qué viviendas hay plantaciones de marihuana. Otro método que utilizan para localizar los cultivos es el de hacerse pasar por parqueros y, una vez en los domicilios, identifican su presencia para luego robarlas.
Si bien los pacientes con ciertas patologías, como cáncer y epilepsia, que cuenten con la debida indicación médica pueden acceder de forma gratuita a los derivados del cannabis por parte del Estado y originar un cultivo para consumo personal o a través de ONG’s autorizadas por el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN), su venta está estrictamente prohibida. Y en el mercado negro se estima que un gramo de esta plantación ronda entre los 1000 y 1500 pesos.