Para proteger y contentar a los sectores dominantes, la dictadura buscó disciplinar y subordinar a la clase obrera, especialmente mediante la represión y la desindustrialización del país.
Planificó y ejecutó un genocidio contra la vanguardia de trabajadoras, trabajadores y jóvenes que no se resignaban a las imposiciones del capital internacional concentrado y que resistieron la sumisión y la entrega nacional.
La dictadura transformó la economía argentina en favor de los sectores locales más poderosos y del sector financiero nacional e internacional.
Logró el absoluto control del Estado y con ello aseguró y consolidó la posición de la fracción de la oligarquía diversificada, en detrimento de otras fracciones y sectores populares.
Las Fuerzas Armadas, convertidas en instrumento del imperialismo norteamericano en la región, apelaron al uso sistemático de la violencia estatal para el amedrentamiento de la población en general y la eliminación de los adversarios políticos, a través de diversos mecanismos represivos, como medios de disciplinamiento social y político, para lo cual instauraron una política de terror, represión, secuestro, tortura y la desaparición forzada de personas de forma sistemática y generalizada.
Durante más de 7 años las Fuerzas Armadas y sus cómplices sojuzgaron, reprimieron, endeudaron, engañaron y empobrecieron al pueblo argentino.
Secuestraron y desaparecieron a 30.000 seres humanos; quitaron la identidad a centenares de recién nacidos; provocaron el exilio de centenares de miles; prepararon una guerra contra la dictadura chilena; estatizaron la deuda de decenas de empresas privadas; enviaron a cerca de 14.000 jóvenes a la guerra de Malvinas, 649 de los cuales murieron allá, y 350 se suicidaron después.
Pasaron casi 5 décadas. Poco más de mil represores fueron juzgados y condenados. Buena parte de ellos gozan hoy de la prisión domiciliaria. Otros fallecieron impunes.
La justicia llegó a un millar de uniformados, a muy pocos civiles, a escasos magistrados y a contados eclesiásticos. Luego de tantos años, aun resta concluir varios juicios y comenzar otros.
Nuestra democracia nació condicionada. 47 años después aún lo está.
Los poderes económico, financiero, mediático y extranjero que contribuyeron a tumbarla en 1976, están hoy más fuertes que entonces. Suman ahora a parte del poder judicial.
Sectores autoritarios y antidemocráticos, con apariencia republicana, a ellos ligados, vuelven a mentir y a engañar con el objeto de colonizar mentes.
Sectores autoritarios y antidemocráticos alientan un individualismo reaccionario, fagocitando el libre mercado, compuesto por políticas neoliberales de ajuste opuestas a la justicia social.
Sectores autoritarios y antidemocráticos profundizan su rechazo a las políticas y minorías de género, promueven el odio racial y bregan por una alianza con grupos religiosos con valores profundamente conservadores e imperativos.
Utilizan a las redes sociales para atrapar inocentes y a confusos usuarios. Para lograr su adhesión aparentan rechazo al narcotráfico, a la asistencia social y a la corrupción.
Ellos expresan conceptos simplones. No acuden a la razón. Apuntan a la emoción.
Ellos son la derecha extrema, y parte de la que no lo es tanto.
Van implacablemente contra las personas que se atrevan a resistir a sus intereses y contra los lideres populares capaces de organizar a las masas de la resistencia.
Promueven el negacionismo y la reivindicación de la represión, y otra vez amenazan a esta democracia, tal como lo hicieran antes de las tragedias de 1976, de 1955 y de 1930.
La derecha extrema, y parte de la que no lo es tanto, continúan avanzando en nuestra América y en Europa. Para ella, la democracia es aceptable sólo si sirve para mantener y acrecentar al poder económico instituido. Si así no ocurriere, entienden a la democracia como populismo demagógico.
Nuevamente desde la Regional Balcarce de la APDH expresamos nuestra preocupación sobre el presente de la Argentina, de Latinoamérica y de buena parte de la humanidad, y reiteramos nuestra inquietud sobre su futuro, ensombrecido por el avance de esos sectores todavía minoritarios, pero capaces de vencer y convencer a buena parte de los pueblos.
No queremos revivir aquel pasado cruel, con personajes semejantes, de mejor apariencia. Ansiamos un presente con plena vigencia del Estado de derecho y una justa distribución de recursos. Queremos un futuro con mas y mejor democracia.
A 47 años del golpe genocida, recordamos el sacrificio de vida y compromiso por la igualdad de nuestras compañeras y compañeros detenidos desparecidos.
“Nunca más la dictadura. Nunca más el terrorismo de Estado”
¡¡¡ Memoria, Verdad y Justicia para defender la democracia !!!
30.000 compañeras y compañeros desaparecidos: Presentes !!!!!
Balcarce, 24 de marzo de 2023.