Tandil regresó al Estadio Amarillo con el desafío de no retroceder nunca más

Con la sensación de que difícilmente se regrese a mayores restricciones horarias y de actividades, Tandil inicia desde hoy su “nueva normalidad”, aquella que apela a mayores libertades individuales como colectivas bajo el paraguas de protocolos que apelan a la distancia social.

La sensación citada tiene más que ver más con la presión de los sectores que imploraron mayores aperturas y flexibilidad horaria ante la crítica coyuntura económica, que por la actualidad sanitaria, a pesar de la insistencia oficial.

Si bien es concreta la baja en la cantidad de contagios y más disposición de camas para pacientes con necesidad de internación, el número es proporcional a una merma en los hisopados realizados, admitida por las propias autoridades sanitarias.

En paralelo, hay un hastío generalizado y un desgaste natural a la hora de hacer cumplir las directrices normativas que queda poco margen de acción en las autoridades a la hora de imponerse ante una sociedad que de a poco va relativizando las consecuencias sanitarias frente a los comportamientos sociales.

En ese contexto, el escenario se prepara para una mayor liberación que ya fue decidida más allá de Tandil, y que tiene que ver con la reapertura del turismo, actividad sensiblemente castigada en tiempos de Covid 19 y que apuesta todas sus fichas a una fuerte reactivación de la que el destino serrano no está exenta.

A dos semanas de endurecer las restricciones del Estadio Rojo, entonces, el Municipio confirmó que desde hoy la ciudad ingresará al Estadio Amarillo, a partir de lo cual se implementarán nuevas franjas horarias para el desarrollo de actividades y el funcionamiento de los comercios, industrias y servicios.

En el último punto de lo analizado por el Comité de Seguimiento el pasado sábado, alertó a la sociedad que “la mejoraría observada en el período reciente debe ser consolidada con el ejercicio colectivo de una libertad responsable. Por consiguiente, en caso de constatar un agravamiento en el corto plazo de las variables relevantes, se evaluará de inmediato la vuelta al Estadio Rojo”. Propios y extraños admiten que dicha advertencia parece lejana a los humores que se respiran por estas horas, en vísperas de un diciembre con turismo flagrante y fiestas de fin de año por celebrar.

El semáforo intermitente

La puesta en marcha de un criterio propio a la hora de evaluar la situación sanitaria y proceder a restricciones y/o flexibilizaciones de actividades trajo aparejado, además de las polémicas políticas, un escenario social inestable, a pesar del anunciado “compromiso” mayoritario de los sectores convocados para una especia de pacto social que, finalmente, no tuvo mayor adhesión en la realidad frente a las urgencias económicas de los actores con que presuntamente se había acordado dicho compromiso.

Timoneando en un mar de presiones, el Gobierno fue pugnando por imponer sus condiciones de un semáforo con muchas intermitencias en el medio de una circulación viral implacable que recién en las últimas jornadas parece haber dado un respiro.

El 30 de septiembre, el Gobierno anunció que, a instancias de lo sugerido por el Comité de Seguimiento, Tandil regresaría al Estadio Amarillo, condición que se planteó durante dos semanas.

Como ahora, se pidió enfáticamente por la “máxima responsabilidad individual y colectiva para enfrentar la pandemia”, el 7 de octubre las autoridades ratificaron la permanencia bajo el mismo color, que se extendió hasta el miércoles 21 de octubre.

Un día antes, el Municipio informó que Tandil volvería al Estadio Rojo. La medida fue adoptada luego de analizar la situación sanitaria y la evolución de los principales indicadores, con una tendencia en alza en la cantidad de casos detectados.

Una semana después, el Comité de Seguimiento recomendó continuar en el Estadio Rojo y evaluar el cierre total de actividades si no mejora la situación en el corto plazo.

Al día siguiente, y en medio de una compleja situación, el Municipio anunció más restricciones y limitó la circulación a partir de las 18.

Las nuevas medidas comenzaron a regir el sábado 31 de octubre con el objetivo de profundizar la reducción de la circulación y movilidad en el distrito. Los comercios, industrias y actividades esenciales podían funcionar de 7 a 18, mientras que los establecimientos y rubros considerados no esenciales de 9 a 17, incluidos gimnasios, natatorios y espacios de práctica deportiva.

Los comercios del rubro gastronómico debieron cerrar la atención al público en espacios al aire libre a las 17, con el permiso de funcionar hasta las 23, exclusivamente con la modalidad delivery o take away.

La semana que pasó, frente a una situación que calificaron de “terminal”, los representantes de la actividad llevaron adelante una protesta que derivó en un permiso para trabajar de 19 a 24 y con un 25 por ciento de ocupación en los salones. La Cámara Empresaria también sumó su reclamo y el viernes el Gobierno comunal adelantó la decisión de avanzar con una ampliación en el horario de atención del comercio. En paralelo, se informó sobre una situación epidemiológica más benevolente, casi a pedir de aquella presión social.

(Eco)

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