Particularidades en la Semana de Mayo

Desde el Museo Histórico Municipal se presenta una serie de particularidades que se daban en nuestro país durante la conocida Semana de Mayo de 1810. Los  acontecimientos revolucionarios ocurridos en la ciudad de Buenos Aires terminaron destituyendo al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y reemplazándolo por la Primera Junta de Gobierno. Así, nuestro país dejaba la dependencia del rey de España para abrirse paso a la Independencia. 
¿Cuáles serían los platos típicos  del 1800? 
La dieta de los porteños en aquellas épocas sin dudas tenía una clara influencia española y la carne una gran presencia, aunque las comidas presentaban variantes no sólo regionales sino también según los diferentes sectores sociales.
Pero más allá de esto se puede hablar de algunas generalidades gastronómicas de entonces. Mientras los acontecimientos políticos se tornaban más candentes,  las ollas recostadas sobre el fuego seguían burbujeando entre carnes y porotos y el aroma a mulita asada que impregnaba de a poco los pasillos de una ciudad donde oscurecía y se comía temprano, apenas entrada la tarde.

Respecto al locro algunos dicen que dentro de las casas porteñas, lo que humeaba no era locro sino “olla podrida” (nuestro puchero). Como relata Carina Perticone, semióloga especializada en alimentación y cultura: «No hay fuentes documentales que digan que se comía locro en la Buenos Aires de 1810. La gente que vivía en el centro de la ciudad, los criollos de clase alta y los españoles, comían a la española» y carne asada con una estaca, el antecedente más próximo del asado tal como lo conocemos. Otros nos señalan que el locro se consumía más bien en las zonas más rurales y hacia el norte,hervido a leña por largas horas, en marmitas de hierro.  También gustaban la carbonada y las sabrosas  empanadas al igual que la humita envuelta en su propia chala(plato norteño por excelencia, de origen andino).
Entre los sabores dulces que adoraban pobres y ricos, estaba la natilla a base de leche, huevo y azúcar o miel, el arroz con leche, los pastelitos, la mazamorra y los buñuelos y los «bollitos dulces» que ofrecían los vendedores ambulantes a la salida de la Iglesia…
Y ¿qué decir de lo que se bebía? Aunque el vino había llegado a estas tierras con los primeros conquistadores españoles no era frecuente que se lo bebiera en las famosas tertulias, reuniones en casas de familia que empezaban alrededor de las 8 de la noche y se extendían hasta la madrugada. En estos encuentros, los bailes y las charlas se acompañaban con tortitas, mate y chocolate caliente. Volviendo al vino, se tomaba al mediodía, ya que los almuerzos eran mucho más abundantes que las cenas. La variedad popular era el llamado carlón, primero importado y luego proveniente de viñedos de Cuyo, principalmente, hechos con la uva criolla.
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