Por Horacio Ciriaco.
El periodista Horacio Ciriaco analiza la marcha de ciudadanos ocurrida en la ciudad de Buenos Aires el 18 de febrero.
Bajo un techo de paraguas, la multitud marchó con la consigna del silencio, por momentos el
paraguas se corría y la cámara y el micrófono registraban las caras, las imágenes, la voz de los que
ceremonialmente caminaban como buscando ese efecto definitivo que produjera el milagro.
Las voces firmes. Con algo de castrense y los rostros pálidos, violentos, ajados con algo de
mortuorio, gritando: Esto es una dictadura… esto es una dictadura en democracia - vociferaba uno
de ellos- así como lo escuchas – agregó-… es una dictadura. Todo esto frente a las cámara del
canal oficial y ejerciendo uno de los derechos esenciales del sistema democrático, el de
manifestarse, libremente y en la calle…
Otra señora, también mayor, en una media voz, decía argentina, argentina y por momentos se
confundía la palabra con asesina, asesina…
Los paraguas, la lluvia, alguna épica de ocasión y los aprovechados se siempre…
La televisión con su ojo avizor, induce, elije, como para que nada quede librado al azar, pero nada
es seguro, siempre hay un imponderable por ingenuo que sea termina por develar secretos
recónditos escondidos en los pliegues de distintas etapas. Una cronista dijo: en la Marcha, no hay
jóvenes
… Algo tan sencillo como eso encendió las alarmas; ¿cómo se podía filtrar en comentarios
tan natural y contundente…?
Otra voz desde el control indicó busquen jóvenes, el afán se puso en marcha para que apareciera
algún muchacho o muchacha…
La razón de la sinrazón se corporizó en esta tarde, miles caminaban hacia ese destino final que es
la Plaza de las disputas, la Plaza de las grandes gestas nacionales, en la que festejaron después de
Caseros, cuando otro traidor sucumbió ante la tentación de ser tratado como un igual por el
colonizador… Pero claro es que nada es permanente, sólo los sepulcros.
Hasta que un día el lugar se transformó en nacional popular, ahora les es extraña, no obstante la
reconocen e intentan que les vuelva a ser propia. Los símbolos son los del pasado, de ese pasado
oprobioso de quienes han gobernado bajo la férula inglesa.
Vinieron de norte de la ciudad, del barrio norte, que no es cualquier norte, también andaban los
de San Isidro y Tigre, que no es cualquier santo, ni felino; algunos portaban velas protegidas con el
negro techo como en una procesión en la que el ritual de la muerte se hacía presente; imprecan
miserables frases, surgida de un odio visceral. Claro, en definitiva es a un muerto al que se intenta
reivindicar, pero no está absolutamente claro que el motivo de fondo sea el muerto. Cabe la
sospecha de que la marcha es en contra de los que están los vivos, se trata de los que los trabajan
y gestan futuro; mientras ellos son apenas un pasado que quiere volver.
Mucho se ha dicho en los días previos al 18f, mucho más que lo que se dirá en los días posteriores,
porque ahora es el tiempo del análisis, lo más profundo y científico posible, para tratar de explicar
lo que significó y significa ese día. Esas caras despojadas de vergüenza, expresan la intensión de la
restauración conservadora. Están cargadas de un odio ancestral y pujan por volver.
No hay jóvenes en la marcha… la marcha no tiene futuro, ni siquiera tiene presente. Muchos de
ellos herederos de Caseros, han soñado con derrotar, desaparecer a sus… como decirlo, paisanos,
a sus compatriotas, a sus herederos o sus hijos putativos… Porque ellos son la patria restaurada en
Caseros y luego en 1955, algunos con la carne firme en aquellos días. En que los generales y
almirantes haciendo el trabajo sucio que ellos han instigan… Esos generales herederos de Lavalle
generales de espada rápida y escaza cabeza; Fue en esa Plaza que intentaron con la violencia que
les es propia restaurar nuevamente el orden de Caseros en 1955. Necesitaron veinte años para un
último y desesperado intento. 1976
La cosa había comenzado con un tal Alem, que se las quitó desde pueblada en el parque de
Artillería; y a pesar de la traición, las coordenadas del tiempo y del especio se conjugaron para
iniciar el proceso popular que luego otros hombres consolidaron profundamente, Irigoyen y
Perón; porque ha sido en esa Plaza, el lugar en que se consolidó definitivamente el movimiento
popular. A partir de ese tiempo les es esquiva: lo intentaron con masividad en 1955 y sobretodo
porque más de veinte fueron los muertos en los días aciagos del 2001 en que ellos extrañamente
gobernaron. Lejos está el Almirante Berlengo Lima. El general Ábalos, pero imaginan que pueden
intentar lo que no pudieron con la marcha de Corpus Cristi el 12 de octubre de 45… No obstante
la Corte Suprema dispuesta estaría a hacerse cargo del gobierno; Al fin y al cabo de lo que se trata
es del núcleo más duro de los intentos restauradores.
Marchan en silencio pero cargados de sueños de restauración; tampoco son los días de junio en
que se saquean las iglesias y las capillas; recuerdan con un aire de cenizas aquellos episodios, de
los que fueron protagonistas inobjetables; ya no hay vírgenes que defender ni llevarlas a su casa
para ponerlas a buen resguardo. Como lo describiera Sábato en sobre Héroes y Tumbas. Es que
son más tumbas que héroes. Porque aquella virgen que se rescata es acaso, un recuerdo del
pasado. Como en ellos todo es recuerdo y es pasado.
Loa aviones no cargan las municiones de su odio, los aviones no tiene la v corta y la cruz pintadas
en las alas.
Ya nadie viene en nombre de Cristo a Vencer, es más, porque el Papa es argentino no los cobija.
Son un remedo de un tiempo pasado que choca violentamente con la realidad.
El gran médium azuza, les dice que es posible volver- ¡Qué hay que volver! Ellos creen. Caminan
noctámbulos hacia la Plaza; allí están, los que ejecutaran la ceremonia que hará posible en
milagro, creen en la resurrección, atávico mandato que viene desde el fondo mismo del judaísmo,
y que el cristianismo puso en valor esencial. Extraña conjunción se ha dado entre un catolicismo
rancio y un sionismo dislocado, en consonancia con el azuzador y médium.
¡Porque de la muerte se trata! ¿Y del muerto que decir? Las voces del gran médium, ese que
promueve los deseos más terrenales, sórdidos e inconfesables, anuncia que lo asesinaron.
Entonces los hombres de elegantes atuendos, intrigantes por naturaleza y pertenecientes a una
logia antigua formalista, que se remonta a las épocas de los sacrificios rituales con humanos. Ellos,
han decidido que al muerto lo han matado y claman por justicia, son los convocantes,
extrañamente salen a la luz, es que el momento final está cerca y ellos de lejos lo vienen
anunciando.
Entonces es menester tener todas las medidas para una vez más retardarlo, todos saben que es
inevitable pero desea por lo menos dilatar el final todo el tiempo que sea posible; también entre
ellos están los que bajaron de los barcos, los que portan los muertos y que sin embargo pujan,
conjuran, la dilución de las causas. Tiempo complejo e incomprensible. El muerto y el matador
caminan juntos para ocultar el crimen.
Al muerto los judíos sionistas lo han enterrado en el cementerio israelita de la Tablada, lo han
hecho con las ceremonias con que se entierra a los grandes, a los héroes. Cuando en rigor de
verdad las técnicas demuestran que el hombre se suicidó, o sea se mató sí mismo; para estos, los
suicidas, la tradición tiene previsto un entierro cerca de los muros exteriores, son los cobardes,
son los débiles son los que Dios no quiere… Sin embargo los rabinos lo celebraron en el centro del
cementerio. El sionismo actualiza los misterios.
La construcción de un mito, de un héroe, requiere de varias condiciones, cuando se trata de un
hombre o mujer de nobleza, es el relato popular de sus acciones el que cimenta la formación de la
persona que tras su muerte pasa al mito, para habitar en ese olimpo, que los griegos se asignaban
a los semidioses, los católicos a los santos; y los hombre de a pié de nuestra tierra al Gauchito Gil,
a la Madre María o a Evita; También hay un cielo reservado para otros que aún son controvertidos
en la tierra de los hombre, por ese andarivel andarán el Che, junto a Chávez, Néstor, Perón, por
mencionar sólo algunos, con la injustica que representa hacerlo.
Pero el muerto, el suicidado con pretensiones de asesinato, echó mano a la muerte, porque la
verdad hubiera significado otra muerte, la definitiva, a la que se hacen acreedores aquellos que no
entienden que para ser eternos sólo hace falta no falsear. Se trata de los muertos sin entierro, a
quienes los griegos le asignaban el castigo se andar errantes y sin consuelo por la desolada
intemperie, con desconsuelo e ignorancia de propios y ajenos porque ya nadie los ve.
Kilpatric cuenta Borges, era un conspirador y al mismo tiempo un amado hombre por el pueblo de
Irlanda. Poco antes de que la insurrección que el mismo pusiera en marcha, alguien advierta que
entre ellos, los conspiradores, hay un traidor, entonces el propio Kilpatric, encarga a Nolan la
investigación. Luego de una rápida y precisa pesquisa, llega a la conclusión de que el traidor es el
propio Kilpatric; al ser descubierto, pide que no lo maten en ese momento, que en todo caso su
muerte sirva para la causa. Kilpatric fue asesinado tras los cortinados del palco del teatro oficial de
Dublín, justo la noche anterior a la gran rebelión, nunc a pudo la policía establecer quien había
sido el matador y mucho menos los motivos. El héroe asesino, y amado por su pueblo se
transformó en la bandera de lucha y la rebelión resultó exitosa. Hay un monumento que lo
recuerda, está presidiendo la ciénaga roja en las cercanías de esa ciudad.
Sobre el héroe y el traidor de Jorge Luis Borges. 1944
Todo resulta de una gran puesta en escena, donde los restauradores son los actores de nota y la
escenografía es la Plaza, pero a diferencia de Kilpatric, el muerto jamás será un héroe