El lugar de encuentro, un consultorio psicológico. Los personajes, un doctor por demás cierto de su dominio en temas de psiquis humana y un paciente con un complejo de Edipo tan grande, pero tan grande, que... ¡hasta el mismo Edipo le recomendaría terapia!
Así las cosas, el paciente poco a poco fue sacando de las casillas a un doctor muy resistente a desbordarse a pesar del desfile de ocurrencias y situaciones, insólitas y desopilantes, que le proponía su paciente.
En una reflexión final, la obra propone la obligación y necesidad de decir lo que realmente vemos, de recuperar nuestra individualidad al desnudar lo vacío y estéril de posturas y condicionantes. Una invitación a dejar de lado el miedo a ser y al que dirán