La nota, que lleva el nombre “Los Simuladores II”, amplía el informe de la semana anterior y cuenta detalles de otros hechos.
Estafas reiteradas. Otra vez Juan José Seco, el señor de los medios en la ciudad de Balcarce, responsable de Seco Multimedio, con el diario El Balcarceño y radio FM La Fox. Lo llevan a juicio por múltiples estafas, pero encima tiró cheques sin fondo para conseguir computadoras para sus negocios. Por supuesto, dice que es una campaña en su contra.
Estas son las novedades en el historial económico del empresario de los medios de Balcarce, que no sólo se ha dedicado a estafar a desprevenidos que pretendían comprar propiedades inmuebles o vehículos, sino también a las operaciones con libranzas bancarias. Hoy está acorralado por la difusión de sus métodos delictivos de hacer dinero, dice que todo es mentira, y hasta que este medio lo llamó para disculparse porque todo había sido un error con la intervención de un hacker. Nada más lejano: se trata de un estafador serial al que alguien tiene que desenmascarar.
Aunque los medios de Balcarce no comenten una palabra, el segundo juicio tramita en el Juzgado Civil y Comercial 2 del Departamento Judicial de Mar del Plata a cargo de Lucas Vespucci. Desde allí, el juez intenta rastrearlo desde 2012, ya que no pudo entregar el mandamiento en el domicilio real del denunciado, ni en el de calle Vernet 2942, en el que se lo solía ver. Por esa razón terminaron trabándole embargo sobre la posible herencia de su mamá, hasta cubrir la suma de $29.000 que le reclamaban, más lo que se presupone como intereses y costas de este juicio. Se trata de los derechos sucesorios sobre Sara Dominga Castorina, es decir que lo ejecutan sobre lo que hay.
El denunciante es esta vez Osvaldo Nicolás Frances, quien reclama que se le entregaron dos cheques de Banco de Galicia de la sucursal Güemes de Mar del Plata, librados sobre una cuenta corriente de la cual Seco es titular, por un importe de $14.500 cada uno. Sus fechas corresponden a los meses de enero y febrero de 2011, pero ninguno de los dos tenía fondos. Con esos cheques, Seco estaba pagando la instalación de las computadoras del patio de comidas de Carrefour Balcarce, que también es suyo.
Según dicen los balcarceños, hay solamente un periodista que se ha animado a abrir la boca: se llama Ariel Bibbo. Hay muchos que le tienen miedo, porque su accionar tiene la modalidad mafiosa. Según afirman los testigos, la radio que explota había sido retirada del aire porque funcionaba sin haber cumplimentado los trámites de rigor.
Un experto
El dueño del diario El Balcarceño regalaba ejemplares de su medio, que se imprimía en Olavarría, aunque nadie supiera cómo se pagaba. En los últimos días se ha interrumpido la tirada, y por supuesto que el titular adujo la rotura de una máquina. Mientras tanto se le comprueban sucesivas estafas escandalosas, con interpretación de personajes apócrifos y documentos falsos.
Cuando declaró ante la Fiscalía de Delitos Económicos, no abrió la boca. Aclaró sin embargo que podía justificar sus ingresos de cerca de $150.000 porque es además propietario del patio de comidas del Carrefour de Balcarce, del cine y teatro Hollywood I y II, de La Pulpería, en el cerro de la ciudad, además de la mencionada radio del 101.7. El multimedio Seco funciona a nombre de su hijo Octavio.
Una gran cantidad de testigos aseguran que Seco fue el ejecutor de estafas reiteradas con uso de documento privado falso contra particulares de Mar del Plata, y hasta lo identifican en las fotos. El procedimiento era sumamente complejo y requirió indudablemente de muchas complicidades. Su estrategia fue impecable: Seco se hacía pasar por representante de un estudio jurídico de Puerto Madero, obviamente inexistente, que decía haber asesorado al expresidente Néstor Kirchner, y a numerosos bancos privados. Se trataba de Martínez Arrechea y Cía, razón social bajo la cual existe en Mar del Plata una inmobiliaria, que jamás contrató a Seco ni supo de su existencia.
En cada diálogo con las posibles víctimas, afirmaba que este estudio estaría en condiciones de vender propiedades inmuebles a un precio mucho menor al de plaza, ya que –invocaba la Ley 24.441-era posible caucionar la deuda mantenida con el banco por honorarios de los abogados. La deuda caucionada era absorbida en el expediente judicial, y vencido el plazo intimatorio sin que el deudor abonara, se entregaría la posesión judicial del inmueble. Este era su argumento de venta.
María Beatriz Isi era pareja de un hombre a quien Seco conocía de la juventud, Luis Morello. Aprovechando este conocimiento, y que ambos buscaban una casa para mudarse, Seco ganó confianza ya en septiembre de 2009, y les ofreció una casa recién reciclada en calle Roca al 800 de esta ciudad, a solamente U$S68.000.
Isi afirmó no tener ese dinero ya en la primera vez que se encontraron, pero el estafador le propuso inmediatamente un plan: pagar un adelanto de U$S 28.000 para reservar la casa, y entregar los restantes 40.000 al concretarse la posesión. Le sugirió además como consejo que vendiera su automóvil Audi, y gestionar un crédito hipotecario para cubrir el saldo. Todo un hombre de negocios.
Isi vio la casa y ganó entusiasmo, hasta confió en la operación que se le ofrecía porque en la visita vio una mujer con las llaves, que dijo ser empelada de la inmobiliaria. Era empleada de una firma, indudablemente, pero no de la que Seco decía ser parte.
Cuando la señora entregó U$S20.000 que había conseguido, Seco le ofreció solidariamente poner él mismo de su bolsillo los U$S8.000 restantes, y que ella se los devolviera cuando pudiera. Una muestra de confianza y solvencia que seguramente la clienta agradecería con el cumplimiento: le entregó los 8.000 dólares de la seña que faltaban en el mes siguiente. Pero cuando viajaron a Capital Isi y su pareja para encontrarse con los titulares del estudio, Seco puso una excusa perfecta para la suspensión repentina: fingió que había acontecido una desgracia familiar.
Isi realizó entretanto otra operación inmobiliaria en Santa Clara, y llamó para informar que ya tenía el dinero que se le pedía para la posesión, tras lo cual Seco le propuso un nuevo plan, más confuso que el anterior. Que le entregara solamente u$s27000: con los restantes u$s13.000 debería comprar vehículos para revender, ya que de esa manera no se descapitalizaría.
Y ahí entraban en el juego los autos que, según él decía, provenían de las actividades del estudio jurídico, obviamente ficticio. Él afirmaba ante sus víctimas que el estudio tenía la posibilidad de vender vehículos prendados que se iban a subastar por falta de pago, a través de una fiscalía. Los precios eran muy bajos porque sólo se debía pagar el monto que reclamaba el acreedor antes de que se concretara la subasta.
La señora Isi invirtió $46.900 en este negocio promisorio. Los entregó a cambio de unos coches que nunca vio, pero sí recibió recibos falsos y órdenes de reserva de los vehículos, que tenían membrete del mentado estudio.
La casa de calle Roca que Seco ofrecía pertenecía a la familia Conde. Una de las inmobiliarias que la había tenido en oferta era Ordieres, y allí trabajaba Virginia Del Río, que también declaró. Ella efectivamente conocía a Seco, porque llegaba con sus propios clientes. En su declaración hizo notar que le llamaba la atención que los visitantes hablaran como si se la operación estuviera a un paso de concretarse, aunque nunca volvieron ni le hicieron una oferta sólida. Seco, mientras tanto, cambiaba de celulares y siempre usaba números con Id protegida. Entregaba recibos falsos a nombre de un tal Juan Ignacio Martínez Arrechea, aparente apoderado de la firma, que por supuesto jamás existió. Las pericias caligráficas dicen que las firmas le pertenecen a Seco.
Los coches
A Seco se le imputan siete casos de estafa, aunque quizá el más impactante sea el que perjudicó a Miguel Ángel Maviglia. El damnificado narra haber conocido a un tal Marcelo Lagui, que vendía coches de la fiscalía de calle 1 y 60 de La Plata. Al restaurant Piazza de la costa vinieron el mismo Lagui, más Marcos y Maximiliano, quienes dijeron ser policía custodio y chofer de la fiscalía respectivamente.
Le explicaron al cliente que esto era legal, a la vez que mostraban una lista de autos a un precio muy inferior al de plaza. En la reunión siguiente al pobre Maviglia le presentaron a un supuesto fiscal, papel interpretado por Seco, lo cual terminó de convencerlo de que no había riesgo: estaba interesado en una camioneta 4×4 Toyota Hilux y un Chevrolet Astra modelo 2007. Por eso les pagó $18.000 adelantados en su domicilio particular, y recibió a cambio solamente un papelito: había sido impreso en hoja oficial del Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, con estampa del sello medalla de la UFI de flagrancia, firma y sello de un fiscal, Juan Manuel Cubas.
El fiscal Cubas existe, pero se llama Paulo. Estaba en feria judicial del 2009 cuando le avisaron que un tal Maviglia lo esperaba con un oficio firmado por él. Decía que quería retirar sus coches. Ante la alarma, Cubas, que jamás había firmado un documento así, citó al reclamante directamente en la DDI. Ya enterado de que había sido estafado por el grupo, Maviglia llamó a su contacto con el grupo, Maximiliano Maciel, y lo citó en un bar, donde fue aprehendido por la policía.
En su domicilio, la policía incautó las hojas en blanco con membrete del Poder Judicial, idénticas a las que se habían usado para la estafa, y una computadora personal en cuyo rígido constaba el documento con el listado de coches que se había ofrecido al denunciante. Seco fue identificado otra vez, ya que el cliente dijo que ése era el que hacía de fiscal.
La AFSCA, sin embargo, no tiene empacho en autorizar al varias veces procesado para ser titular de un multimedio. Se trata de una empresa que incluye un diario de distribución gratuita. Un aparente empresario que monta negocios tirando cheques sin fondo, y dando domicilios en los cuales no estará cuando se le pretendan notificar los embargos. Un señorito, que no recibe demasiados cuestionamientos de la Afip a la hora de decir a boca de jarro que gana más de $150.000 por mes, y hasta se da el lujo de regalar su diario. Ahora está encerrado esperando que amaine el temporal, y sus empleados creen que a fin de mes van a cobrar. Pobre gente.